LOS VÁNDALOS “PROHIBICIONEROS” QUIEREN ECHARNOS A LOS PESCADORES DE LOS RÍOS

Francisco Álvarez-Cascos en Orbayu y Naturaleza

Asturias, 14 de noviembre de 2022.

Acto Primero. - De la Prehistoria a la Edad Media

En una pared de la margen derecha del río Vézère (Dordoña) se encuentra el “Abrigo del Pez”, declarado Patrimonio de la Humanidad. En el techo del abrigo hay diversas representaciones, pero el protagonista del conjunto es un pez cincelado en bajorrelieve cuya imagen está remarcada en rojo y negro, lo que permitió datarla en el Paleolítico superior hace unos 25.000 años. Mide poco más de 1 m. y se identifica con un salmón macho. 


Es la imagen más antigua de las que están localizadas en Europa. En el Paleolítico, el pescado ya era un alimento fundamental en la dieta humana. Sin embargo, la figura del salmón es muy rara en el arte rupestre; solo conocemos unos 10 ejemplares. En España tenemos la espléndida figura de un salmón dibujada en la Cueva de Ekain, en Guipúzcoa, aunque un poco más ‘joven’ que la francesa del ‘Abrigo del Pez’, pero datada también en el Paleolítico superior hace 10.000-15.000 años.


Ya entonces nuestros antepasados los pescadores magdalenienses practicaban las ‘artes’ cotidianas de pesca como las empalizadas, los arpones, las cuerdas, el lazo con pértiga, las redes,…. Parece que no conocías el uso de anzuelos, moscas, plumas, ninfas, cucharillas, devones, quisquillas frescas o cocidas -naturales o teñidas- merucos, maravabayos, ni tampoco sufrían la existencia de vedas, cupos, turnos, cotos y demás limitaciones modernas para ‘proteger’ a los peces de los peligrosos depredadores que siempre fuimos los pescadores.

Dando un salto en el tiempo, en el Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil, hoy convertido en un magnífico Parador Nacional rehabilitado por el Gobierno de José María Aznar e inaugurado por Manuel Fraga en 2004, podemos admirar el Claustro Pequeño, también llamado ‘del Vivero’, construido en el año 1.595. El patio del claustro estaba ocupado íntegramente por una fuente con un gran estanque en el que los monjes mantenían vivos los salmones, sábalos, lampreas, anguilas y truchas traídos de las pesquerías que realizaban en los ríos Sil y Miño. Hoy no hay peces en el Claustro ‘del Vivero’ del Monasterio, porque al parecer los pescadores debimos ser quienes, con nuestras peligrosas cañas, levantamos las presas colosales que impiden a los salmones ascender por el río Sil y por casi todo el curso del Miño, al igual que no pueden ascender por el río Navia, por el río Narcea, aguas arriba de Calabazos, o por el río Nansa, aguas arriba de Camijanes. ¿Verdad que sí?


Acto Segundo. - De la Era industrial al Estado de las Autonomías

 

Seguramente también los pescadores somos los responsables de la contaminación que, desde mediados del siglo XIX, ennegreció de carbón

y envenenó con otras sustancias nocivas las aguas continentales de los ríos Aller, Caudal y Nalón, arrasando todos los esguines y los ejemplares adultos de los peces que las poblaban, hasta provocar su total extinción. Fue un benemérito miembro del Cuerpo Nacional de Ingenieros de Montes, Inspección de Repoblaciones Forestales y Piscícolas, Eugenio Guallart y Elías, quien con la visión de los grandes servidores públicos y cuando nadie hacía piscicultura en España, en lugar de emitir informes de camelo sobre cupos y restricciones a la pesca fluvial, puso en marcha la piscifactoría de Infiesto en el río Espinaredo (ver su ‘Ampliación de  la piscifactoría de Asturias: proyecto de la Sección del Orrín y organización del servicio de dicho establecimiento’ del año 1.913), desde la que se repoblaron los ríos asturianos y, secundado por las piscifactorías de El Veral en Lugo y de Ampuero en Cantabria,  los ríos de Cantabria y Galicia hasta situar nuestros ríos Sella, Narcea, Cares y Navia en cifras que oscilaban en las décadas de los 50 y 60 entre los 1.500 salmones y los 2.000 salmones ‘precintados’,  a pesar de la presión de pesca existente en unos ríos con mucha zona libre sin límites de cañas -bajo la regla del turno de la media hora-, con pocos tramos acotados, con temporadas que se extendían de marzo a julio, y sin límites de capturas. De todo esto los ‘prohibicioneros’ de hoy no quieren saber nada ni oír hablar. 

Llegaron los años 70, y en aquella década se juntaron tres circunstancias tristes: se inició una etapa de desidia en la piscifactoría de Infiesto por parte del ICONA, tras el  fallecimiento del ‘brujo’ Tuñón, un hombre sencillo que con sus conocimientos empíricos de la piscicultura hacía milagros con los alevines para las repoblaciones;  se empezaron a concentrar los vertidos urbanos e industriales para volcarlos en unos ríos aparentemente protegidos por depuradoras que nunca funcionaron eficazmente (probablemente por culpa de los pescadores, claro); y apareció la enfermedad UDN que diezmó las poblaciones de salmones de los ríos del Cantábrico, también por la culpa de los pescadores que, supuestamente, les inoculamos aquel misterioso virus de origen aún hoy  desconocido que provocaba la mortandad de cientos de salmones antes de que lograran desovar.


Algo había que hacer en aquella coyuntura tan excepcionalmente adversa de los años 70. La Administración del Estado no hacía nada pero los pescadores éramos tan insensatos que la única asociación existente, la Asturiana de Pesca, por medio de unos directivos tan temerarios como Sitges, Herrero, Bertrand, Aguirregomezcorta, Tartiere, Rojo, Díaz-Rubín y otros, en lugar de proponer recortes y prohibiciones como hacen los directivos actuales, tuvieron la osadía de salir a informarse a Europa, para descubrir que cada río tenía una piscifactoría en su cabecera y, ante la imposibilidad de conseguir reproductores autóctonos, para gestionar la importación de huevos embrionados -financiados con las ‘cuotas para repoblación’ de los socios- destinados a llenar las balsas de la única piscifactoría disponible, la de Infiesto. Tuvimos el apoyo de Tomás Allende, un ministro de Agricultura del abominable gobierno del Estado que no era pescador ni ‘prohibicionero’. Todo iba según los planes hasta que en la noche de Jueves Santo de 1975, tercer año de la campaña, la acometida de agua de piscifactoría de Infiesto que no estaba monitorizada se tupió y se perdieron la mayoría del millón de alevines vesiculados que ya habían nacido.


En los años siguientes, la Asociación Asturiana de Pesca, o sea los pescadores,  continuó con las repoblaciones recurriendo a estaciones de incubación artesanales y privadas en El Condado, Cabañaquinta y Nava. Los resultados acumulados en Asturias seguían siendo muy relevantes y significativos:

1980-1984…. 13.347 salmones. Media anual: 2.669 1985-1989…. 12.542 salmones. Media anual: 2.508


Acto Tercero. - De la Era de las Autonomías a la extinción del pescador

Con la llegada de los soñados traspasos de competencias al Gobierno del Principado en el año 1983, lejos de enderezarse, las cosas empeoraron …… también por culpa de los pescadores porque es evidente que no votamos bien cuando elegimos mayorías parlamentarias y gobiernos de ‘prohibicioneros’. Estos nuevos gobernantes, en vez de crear una infraestructura de piscifactorías modernas, cuando ya la piscicultura era una disciplina extendida, y de luchar contra la contaminación creciente de las aguas, empezaron por construir desde la administración regional ‘la casa por el tejado’, dedicándose a despilfarrar dinero en ‘capturaderos’ y ‘contadores’ que solamente lograban obstruir las escalas existentes con el fin de retirar reproductores de los ríos y enviarlos a una muerte segura, sin llegar a conseguir los resultados deseables para lograr los desoves y asegurar las repoblaciones.


Al mismo tiempo, esos mismos ‘prohibicioneros’ al frente la Administración autonómica y al mando de las competencias de pesca fluvial y de los medios de protección de los ecosistemas fluviales y del medio ambiente, se esmeraron como buenos ecologetas en proteger a los depredadores de nuestras poblaciones piscícolas. Las plagas de nutrias y las bandadas de cormoranes -que hace unas décadas no se veían por los ríos- comenzaron a enseñorearse por doquier sin control alguno, alimentándose intensivamente de salmones, truchas, reos y anguilas, sin temporadas de veda ni descansos semanales. Simultáneamente, desde la Consejería correspondiente, año tras año, se
recortaban los días de pesca, los cupos y se incrementaron las prohibiciones.


Lo del fomento de las poblaciones de salmones y truchas lo reservaron los ‘prohibicioneros’ para los peligrosos pescadores de caña que somos quienes, además de pagar sus tasas al Principado, llegamos a financiar la rehabilitación y el mantenimiento de piscifactorías públicas -como la de Infiesto- que deberían ser la obligación de una administración seria.


Resultado: con los ‘prohibicioneros’ ya en plenitud de su reinado, las décadas siguientes ofrecieron estas magras ‘cosechas’:

1990-1994 …. 579 salmones. Media anual: 1.916. 1995-1999 …. 147 salmones. Media anual: 1.029


La última década, con más prohibiciones, más cupos y menos días de pesca y menos cañas pescando, ofreció datos implacables:

2010-2014 …. 631 salmones. Media anual: 926 2015-2020 … 155 salmones. Media anual:  831


La temporada de 2022 que acaba de finalizar, con más cupos, más prohibiciones, más restricciones y menos cañas en el río, ofrece una cifra que da vergüenza reproducirla:  414 salmones.


A esta serie estadística de los últimos 40 años hay que añadir la reseña de algunas hazañas del ‘vandalismo’ oficial. En el río Nalón volvieron los salmones, precisamente como ejemplo evidente de las soluciones que los ‘prohibicioneros’, ciegos por su patología anti-pescador, no quieren ver. Tras dos siglos extinguidos, los salmones retornaron al río Nalón, simplemente debido a la desaparición de la mayor parte de los vertidos contaminantes, mortales para la fauna piscícola, que producían las minas de carbón y otras industrias vecinas. No ha sido por la acción protectora del Principado para recuperar el ecosistema fluvial del Nalón, porque su labor fue y es nula. De hecho, en el río Nalón la Consejería está utilizando el embalse de Valduno 2, la presa del Furacón y la central de Priañes como ‘capturaderos’ de reproductores, tabicando las escalas de las presas, para que los salmones no las remonten, como lograron hace unos años en el río Quirós y en el río Trubia hasta Teverga.


Otro ejemplo de las hazañas vandálicas de los ‘prohibicioneros’ lo tenemos los pescadores sin más que visitar los ‘pies’ de  las presas construidos artificialmente en Niserias -en el desagüe de la minicentral del río Cares- y en Casiellas -a la vista del Centro de Precintaje e Información del río Esva-, convertidos en obstáculos artificiales con el patrocinio de  las administraciones públicas autonómica y estatal ‘incompetentes’.


Epílogo. -El salmón, especie en extinción, como el urogallo.

El aforismo famoso sentencia que ‘quien hace siempre lo mismo, llega siempre al mismo resultado’, que podemos remachar añadiendo que ‘quien lo hace cada vez cada peor, siempre obtiene peores resultados’. En confirmarlos se superan los actuales ‘prohibicioneros’ ilustrados del Principado, émulos de los auténticos ‘vándalos’, que están imponiendo la rápida despoblación de nuestros ríos, al tiempo que promueven la extinción de la figura ancestral y milenaria del pescador.


La caza del urogallo se prohibió en 1979. La población de urogallos está al borde de la extinción porque las causas de la disminución de sus poblaciones en la Cornisa Cantábrica no eran los ‘villanos’ cazadores, como bien sabe cualquier paisano de cualquier pueblo de nuestras montañas, amante y conocedor de sus bosques. En el Centro de Cría de Sobrescobio se sigue enterrando dinero sin otro fruto que las subvenciones de las que viven los beneficiarios del reparto de recursos para ‘proteger especies en extinción’. Si no hay extinción, no hay subvención. Verde y con asas.


Tras miles de años de tradición, la pesca del salmón está encaminada a ser prohibida en Asturias. Los vándalos “prohibicioneros” dicen que quieren frenar el declive de las poblaciones de truchas y salmones pero no proponen otra cosa (¿o no saben?) que echarnos a los pescadores de los ríos. Al final, los salmones, como los urogallos, van a continuar disminuyendo: no hay que ser profeta para adivinar el resultado.


¿Hay alguna solución para esta tropelía? La tendremos en nuestras manos todos los pescadores el día 28 de mayo de 2023. Después ya no valdrán las lamentaciones ni las manifestaciones.


Bibliografía

1.- “Ampliación de la piscifactoría de Asturias: proyecto de la Sección del  Orrín y organización del servicio de dicho establecimiento, 1.913”. Eugenio Guallart y Elías. Ingeniero Jefe de Montes.


2.- “Los ríos salmoneros de Asturias. Memoria presentada a la Diputación de Oviedo en 1.927”. Pablo Larios y Sánchez de Piña, Marqués de Marzales.


3.-. "Necrosis dérmica ulcerosa, 1.989". Ecología y manejo del salmón atlántico. Págs. 81–84. Derek Mills


4.- "Enfermedades diversas no infecciosas. Necrosis dérmica ulcerosa, 2.012". Patología de peces (4ª ed.) Págs. 435–438. Ronald J. Roberts


5.- “Rasgos y riesgos del desencanto astur, 1.987”. Págs. 193-202. Francisco Álvarez-Cascos