El desencanto de los ciudadanos en la política
Cecilia Sierra en La Nueva España
En éstos días de preparación del congreso constituyente de SUMA PRINCIPADO, un partido que nace para sumar, nunca para dividir ni restar, hablando matemáticamente, y de ahí su nombre y su logotipo, la letra griega cual eme invertida, la sigma, y pensando, como lo hacíamos en el año 2011 , en unir en torno a la defensa de Asturias, de los intereses de los asturianos, a cuantos quisieran aportar ideas, defenderlas y representarlas en los distintos ámbitos, digo que, en éstos días de preparación ilusionada de ese congreso , con tristeza, pude comprobar la gran decepción de muchos asturianos con la política en general y, en particular , con el rencor de Carmen Moriyón que destruyó , sin piedad, los sueños e ilusiones de la mayoría de las personas que, en el año 2011, nos integramos en Foro Asturias.
Es difícil, con este panorama, llegar a la gente y convencerla del valor de la palabra dada, del respeto a la verdad , de la fidelidad al programa que votaron los ciudadanos y que, en definitiva, la política no es ni fea ni sucia, sino que la ensucian personas que viven de ella, que se sirven de ella y no sirven al ciudadano o que la utilizan para satisfacer a saber qué instintos personales como es el caso de Moriyón y de Pumares, ambos del Foro que yo llamo Forocortijo.
Que Adrián Pumares, secretario general de ese partido, tenga la osadía de decir que SUMA PRINCIPADO nace para que alguno viva del dinero público cuando él escasamente trabajó en la iniciativa privada y cuando, según me cuentan, percibió un sueldo del partido como si fuera diputado aún sin serlo, es como para dedicarle unas letras. Que Pumares tenga la poca vergüenza de copiar iniciativas de Pedro Leal viviendo como vive del dinero público. Y que Pumares evite, por todos los medios, confesar el dinero que cobra Carmen Moriyón como presidenta del Forocortijo sin hacer nada, ni una sola propuesta, evidencia, lastimosamente, que los secuestradores de aquel Foro de 2011 de generosidad y de ilusión, se ha convertido en una cueva al modo de aquél cuento “Alí Babá y los cuarenta ladrones”.